lunes, 28 de julio de 2008

Carta final

Luego de leer esta carta, creo que no hay nada mas que decir. Todo lo que cuenta es la demostracion del no compromiso que tenemos para con nosotros mismos y con nuestra sociedad, no se si en todos lados del mundo será asi o no. Pero una persona que si estaba comprometida, no tubo mas remedio que terminar con su vida para ser "NOTICIA" y que su institucion y obra, tenga repercucion mediatica, y por lo tanto entre en la agenda publica del gobierno de turno.



Favaloro, su la carta final

En un país que oscila de la frivolidad a la tragedia, algo
faltaba para cerrar en el imaginario social la muerte de
uno
de sus compatriotas más admirados. Faltaba, pues, conocer
el contenido de la carta que escribió René Favaloro antes
del tiro del final. Trascendió en estas horas y lo
compartimos con los lectores.

(Del Dr. René Favaloro/ 29 de julio de 2000 -14,30 hs)
Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está
claro que mi regreso a la Argentina (después de haber
alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular)
se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca
perdí
mis raíces. Volví para trabajar en docencia,
investigación y asistencia médica. La primera etapa en el
Sanatorio Guemes, demostró que inmediatamente organizamos
la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular,
además de cursos de post grado a todos los niveles. Le
dimos importancia también a la investigación clínica en
donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro
grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de
camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes
fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros
pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio
tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los
honorarios,
provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la
internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).
Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las
secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los
médicos proporcionalmente. Nunca permití que se tocara un
solo peso de los que no nos correspondía. A pesar de que
los directores aseguraban que no había retornos, yo
conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de
su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que
agradecían nuestro trabajo. Este era nuestro único
contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la
Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el
departamento de investigación básica que tanta
satisfacción nos ha dado y luego la construcción del
Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular. Cuando
entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que
debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento
ético que siempre me ha acompañado. La calidad de nuestro
trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea
de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara
trabajo, pero debimos luchar continuamente con la
corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda
corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los
niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos
negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos
éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de
retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni
mandan sus pacientes al Instituto. ¡Lo que tendría que
narrar de las innumerables entrevistas con los
sindicalistas de turno!Manga de corruptos que viven a costa
de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de
las obras sociales que corresponde a la atención médica.
Lo mismo ocurre con el Pami. Esto lo pueden certificar los
médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar
participar del sistema implementado a lo largo y ancho de
todo el país. Valga un solo ejemplo: el Pami tiene una
vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de
1.900..000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si
hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como
es lógico no a mí directamente). Si hubiéramos aceptado
las condiciones imperantes por la corrupción del sistema
(que se ha ido incrementando en estos últimos años)
deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para
atender toda la demanda.
El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que
rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre
elección del médico, que terminaría con los acomodados
de turno. Los mismo ocurre con los pacientes privados
(incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que
envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe,
espera, recibir una jugosa participación del cirujano.
Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que
Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este
infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado.
Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado.
El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere.
'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace
tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de
real valor, no se preocupe'. El cirujano 'de real
valor' además de su capacidad profesional retornará
al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios! Varios de
esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las
'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor,
usted sigue operando?' y una vez más debo explicar
que
sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y
responsabilidad de siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e
internacional. Concurren a los Congresos del American
College o de la American Heart y entonces sí, allí me
brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que
debo exponer alguna 'lecture' de significación.
Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas,
decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos
con
lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en
el 'sistema' y el dinero es lo que más les
interesa. La corrupción ha alcanzado niveles que nunca
pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el
Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes
profesionales médicos, envían empleados bien entrenados
que visitan a los médicos cardiólogos en sus
consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos
del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente
por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo
(Holter echo, camara y etc., etc.) los cateterismos, las
angioplastias, etc. etc., están incluidos. No es la única
institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las
hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el
caso, una vez el paciente operado, el mismo personal
entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará
en detalle 'la operación económica' y entregará
el sobre correspondiente!.
La situación actual de la Fundación es desesperante,
millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo
pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil
decir 'no hay camas disponibles'. Nuestro juramento
médico lo impide. Estos pacientes demandan un alto costo
raramente reconocido por las obras sociales. A ello se
agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la
construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la
DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.
Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se
complica..
En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas,
pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la
investigación por las donaciones que reciben. Las cinco
facultades médicas más trascendentes reciben más de 100
millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando. Realicé
gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y
luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro
instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a
Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero
por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy
esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de
dólares, pero para una institución que ha entrenado
centenares de médicos desparramados por nuestro país y
toda Latinoamérica, no hay respuesta. ¿Cómo se mide el
valor social de nuestra tarea docente? Es indudable que ser
honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la
corta o a la larga te lo hacen pagar.
La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de
renuncia a la C. Clinic, le decía al Dr. Effen que sabía
de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que
Don Quijote era español! Sin duda la lucha ha sido muy
desigual. El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a
resquebrajarse. Hemos tenido varias reuniones, mis
colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros
de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La
Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos
incorporarnos al 'sistema'. Sí al retorno, sí al
ana-ana. 'Pondremos gente a organizar todo'. Hay
'especialistas' que saben como hacerlo.
'Debés
dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabés
nada,
que no estás enterado'. 'Debés comprenderlo si
querés salvar a la Fundación' ¡Quién va a creer
que
yo no estoy enterado! En este momento y a esta edad
terminar
con los principios éticos que recibí de mis padres, mis
maestros y profesores me resulta extremadamente difícil.
No puedo cambiar, prefiero desaparecer. Joaquín V.
González, escribió la lección de optimismo que se nos
entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado
nadie'. Yo no puedo decir lo mismo... A mí me ha
derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla.

Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel
internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo
selecto de las leyendas del milenio en cirugía
cardiovascular. El año pasado debí participar en varios
países desde Suecia a la India escuchando siempre lo
mismo. '¡La leyenda, la leyenda!' Quizá el pecado
capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar
siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas,
insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos
gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la
miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por
el contrario se castiga. Me consuela el haber atendido a
mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis
colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que
viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz. Estoy cansado
de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía
Don Ata. No puedo cambiar. No ha sido una decisión fácil
pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía. El
cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable,
con ella me voy de la mano.
Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al
periodismo le pido que tenga un poco de piedad. Estoy
tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me
presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un
médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero
que me recuerden así. En estos días he mandado cartas
desesperadas a entidades nacionales, provinciales,
empresarios, sin recibir respuesta. En la Fundación ha
comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento
externo. Ayer empezaron a producirse las primeras
cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y
dedicados. El lunes no podría dar la cara. A mi familia en
particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a
mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No
aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo
menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco. Una vez
más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin
perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a
Jacinto Arauz, allá en La Pampa.. Queda terminantemente
prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles. Un
abrazo a todos, René Favaloro
Julio 29-2000 -14,30 horas. Lleva su firma